Clases

La fiesta de despedida en el cole: Gas lacrimógeno…

Y llegó el domingo con la resaca de la «expo» a cuestas todavía. Teníamos la fiesta de despedida que el colegio organiza a cada voluntario que marcha. Llegamos y nos sentaron en la mesa presidencial. Por una cuestión cultural (y jerárquica) los profesores han de sentarse siempre en una mesa aparte de los alumnos. Así que allí nos vimos, como en una especie de tribunal con todos los alumnos alrededor del aula. Habían dibujado y escrito en una sábana dedicatorias, despedidas… comenzamos a notar los síntomas del gas lacrimógeno.

Cómo en cada fiesta, los alumnos más avanzados de los matriculados para la universidad, lideran el evento y nos leen la agenda de la noche. Comenzaremos con una canción birmana dedicada a la amistad, seguiremos con un discurso, seguido del nuestro, la entrega de regalos, una canción a coro por parte de nuestros alumnos y se terminó el evento. Suelen acabar con una cena para todos, pero por falta de tiempo no lo hicieron. (nos dijeron)

Primera canción… prueba superada. discurso de Joseph… prueba superada. Entrega de regalos con lectura de una carta de Khaine San… Llorera total. Tenemos un cariño especial a la hermanas San Oo. Siempre hemos admirado su fortaleza, su capacidad de trabajo, su decisión y su personalidad. Cualidades muy difíciles de ver en un birmano y más aún en una birmana. Moe, se quedó en el campo la última vez que visitaron a la familia y fue un palo para todos. Pero Khaine volvió hacía tan sólo una semana. Y nos escribió una carta de parte de las dos. Nos agradecen, nos explican lo que han aprendido, nos hablan de su futuro… y nos dicen que nunca nos podrán olvidar, como nosotros a ellas. Fue realmente emotivo. Ella casi no podía hablar, estaba emocionada y algo triste. Igual que nosotros. Le aplaudimos hasta que dolió y seguimos con la entrega de regalos.


Al terminar… nos montaron en el coche para darnos una sorpresa… y nos llevaron !a un mega-restaurante! Por un lado fuimos críticos pensando en que no deberían gastarse el dinero y por otro pensamos !Qué coño! Los chicos han «currado» mucho y se merecen una cena en condiciones. Era de aquellos de «Coma hasta que reviente» Y así fue. Hacía tiempo que no veía a tanta gente comer tanto. Mezclamos el helado con el pescado, los noodles con «chuches»… Una auténtica guarrería divertidísima.
Fue una sobremesa genial. No pudimos evitar saltarnos el protocolo y sentarnos con los chicos. Fue realmente divertido. Comimos, hablamos, reímos, nos hicimos fotos… Verles con esa cara de satisfacción, ese orgullo y esa felicidad… no tiene precio. Volvería a repetir ese día una otra vez… ¡¡Madre mía lo que vamos a echaros de menos!!